Ahora que estamos en la copa del mundo, retomo una reflexión de Maturana sobre el aprendizaje de las emociones, y cómo los deportes competitivos nos enseñan en forma negativa, a aprender las emociones e incluso a depender del sufrimiento del otro.
Cuando estaba realizando mi tesis de la maestría en educación, tuve que realizar una serie de investigaciones sobre el aprendizaje y la importancia del docente en el aula. En esa investigación, cayó en mis manos el libro de Emociones y Lenguaje en Educación y Política, de Humberto Maturana, biólogo chileno que ha influenciado a muchos científicos de distintas ramas en todo el mundo, desde la biología, filosofía, psicología e incluso la educación.
En este libro se me quedó muy grabado el gran daño que genera en el aprendizaje de las emociones, utilizar el deporte competitivo con los niños ( y los adultos), como un medio para educar, porque lo que se les enseña en los deportes es no querer al otro, no cuidar al otro, se les alecciona el sufrimiento, se les instruye o se nos instruye que mi felicidad depende 100% de tu sufrimiento, y que debo de competir por vencerte, que debo de derrotarte, y que para poder probar las mieles del triunfo hay que “aplastar” al contrario. Incluso, ese tipo de frases o palabras, son muy utilizadas por los comentaristas de deportes: “apabullar”, “aplastar”, “pasar encima”, derrotar, hacer sufrir al enemigo, no
dar cuartel, atacar, con un ataque sin piedad; cuánto de esto lo llevamos a la vida diaria, y afecta nuestras relaciones con las personas por ser tan “competitivos”.
A continuación les comparto una frase corta pero muy profunda y muy dura: el fútbol es un ejemplo enorme, aunque también pasa en el tenis, básquetbol y béisbol, entre otros. En los niños, es una forma cruel de aprender a sufrir, es una manera inadecuada de cómo convivir con el otro. Ahí, podemos ver las peleas entre padres, entre aficionados, el dolor por el que pasan los que pierden.
Por otro lado, están los defensores del deporte, quienes mencionan que éste ayuda a la disciplina, a producir salud y bienestar para el cuerpo; y es cierto, y es muy sano, siempre y cuando no se haga competitivo. Estoy totalmente de acuerdo en que se haga por eso, para obtener una disciplina, para producir salud y bienestar, no para demostrar que yo o nosotros somos mejores que tú y ustedes.
Las competencias generan estados de ánimo muy acalorados, desde pequeños grupos de personas hasta naciones. El sábado 28 de junio, en los editoriales del Norte, escribió Javier Livas de una forma muy clara y fuerte, su rechazo a insultar al portero del equipo contrario. A pesar de que muchos puedan defender el hecho de que es para diversión, todo tiene un límite, y si el deporte se caracteriza por promover el bienestar y los valores del ser humano, por ningún motivo se debe de insultar al contrario, aunque lo digan en broma y sólo por diversión.
El deporte competitivo nos deja malas enseñanzas en la vida, y una de ellas es el sufrimiento; pero lo más terrible es que para que yo sea feliz, el otro debe de sufrir. Veamos el caso de los clásicos de Tigres-Rayados, no pueden estar felices los dos; si los rayados están felices es porque ganaron y entonces, los tigres perdieron y éstos estarán tristes y sufriendo. Por lo tanto, mi felicidad es directamente proporcional a tu tristeza.
En la copa del mundo el tema es más profundo, no es un tema menor, aquí estamos hablando de naciones completas que están sufriendo mientras otra está feliz. Pero al final, hay 31 naciones que sufrieron unas más que otras, aunque todas en algún momento sufrieron en el mes que dura la copa del mundo. Sólo una será feliz, eso no es sano para la humanidad, eso no es lo que queremos enseñarles a los niños ni a los adultos. Creo que no es la forma adecuada; coincido con Maturana, los deportes sólo se deben de realizar para el bienestar y la salud del cuerpo, no para competir por una felicidad efímera y generando mucho dolor, sufrimiento, tristezas, peleas, disputas, enojos y humillaciones, entre otros puntos.
En las semanas pasadas he reflexionado y los he invitado a crear una competencia de Visión Integral; veamos de forma integral el impacto de este nivel de competencia en los deportes en la población, en el trabajo, en los niños, en las empresas, etc. Espero que en la reflexión coincidan que no es un tema menor.
Que tengan una semana llena de la ternura de Dios, y recuerden que hoy es el mejor día de nuestras vidas.
¡Abrazos y Bendiciones!
Hola!
Estoy totalmente de acuerdo, precisamente hoy vi un video que todos aplauden de una niña con una canción con letra muy mal hablada, por cierto desfigurando cielito lindo, que me da lástima que siendo casi una señorita tenga lenguaje que deja mucho que desear. Sin embargo, veo que le aplauden porque fomentan esta violencia que genera la competitividad, la frustración de que no pasamos, cuando todo es tan sencillo, si quieres ganar, mete goles, muchos goles para que nadie te haga nada el último minuto. Yo dejé a mi hijo llorar para que se desahogara su sentimiento, también sentí mucha tristeza y dolor por no pasar pero hasta ahí no pasamos porque no fuimos capaces de meter más goles. Pero bueno, trataremos de aplicarlo de manera adecuada, para que no caigamos ni dejemos que los hijos caigan en esta ola de “echar culpas” y peleas etc. solo por un partido en donde todos competimos y solo hay un ganador, aplica en los deportes del colegio, etc.