Un tabú en casi todas las organizaciones es la espiritualidad; es algo que siempre está presente en cada uno de sus miembros, pero que no se toca dentro de las actividades normales, no es parte de las conversaciones entre compañeros, y mucho menos entre clientes y proveedores. A pesar de que se encuentra en cada uno de nosotros, representada en diferentes formas y creencias, no se aborda, no se aprovecha para generar espacios alineados, que pueden generar atmósferas virtuosas entre personas con creencias espirituales similares.
Las empresas que abordan la espiritualidad, son aquellas que están más ligadas a una doctrina o que venden productos fervorosos. Ser espiritual no significa ser religioso, son dos momentos diferentes; ser espiritual es creer o identificarse con el universo, con un ser superior que algunos pueden llamar Dios, Buda, Mahoma o Cristo, y saber que somos parte de un todo.
Ser espiritual no es ser fanático devoto, ni en todo momento hablar de Dios; significa estar integrado con el entorno, y por ende con el universo. Dentro de la empresa, representa tener prácticas que ayuden a esa integración del personal, gozar de actividades que permitan al empleado estar en contacto, tanto con la parte empresarial, como con el componente espiritual, individual y grupal.
Pareciera que los negocios no requieren de espiritualidad, que están peleados, y que no son compatibles; que es algo que realizan personas ajenas a la organización, y los miembros de la corporación que la practican, lo realizan fuera de la misma. La realidad es que la espiritualidad se vive en cada momento, nos guste o no, estemos conscientes o no, ya que ésta, de alguna manera, forma parte de nuestros comportamientos y los influye.
La espiritualidad es el motor de la organización, un motor que tal vez va a muy baja velocidad en la actualidad, porque tiene muchos frenos de mano que provienen de tabúes, malas interpretaciones, e incluso genera miedo y distanciamiento entre las personas.
La espiritualidad encausada puede ser un motor de alto desempeño en la organización, ya que puede motivar al personal a generar espacios virtuosos, a guiarse por valores universales que permiten generar las atmósferas de confianza, compromiso, lealtad y honestidad, entre muchos otros que requieren las organizaciones el día de hoy.
La atención plena, o mindfulness, es una práctica actual en la vida, y en algunas de las organizaciones en el mundo, que poco a poco va penetrando y cubriendo los espacios que tienen las corporaciones en el tema de la espiritualidad; en otro momento profundizaré en esta práctica.
Hoy es el mejor día de nuestras vidas, sin lugar a dudas.
Excelente Articulo sobre la Espiritualidad en las Empresas.
Gracias por compartirlo.
Bendiciones.
Saludos Cordiales