Hace algún tiempo leí un libro que habla acerca del perdón, es de los hermanos Linn y se llama “No perdones demasiado rápido”. No hablaré aquí del contenido, aunque lo recomiendo ampliamente, tan sólo haré uso del título por las implicaciones que éste tiene.
“No perdones demasiado rápido”, y es que a mí me enseñaron que el perdón era algo obligatorio, inmediato y casi automático, es decir, “rápido”. Si cometía alguna falta que representara ofensa para alguien más, mi madre me llamaba la atención y me “invitaba amablemente” a pedir perdón; decía “pídele perdón a_____” y ahora, “dense un abrazo” y listo, ahí terminaba todo. Mi experiencia del perdón en la infancia era casi mágica, se trataba tan sólo de pronunciar un perdóname o de escucharlo de alguien más.
Es la infancia en donde se sientan las bases de este valor, y son nuestros padres o las figuras de autoridad encargadas de nuestra formación, quienes nos lo inculcan desde su propia experiencia. Pero el perdón es una realidad dinámica y personal que evoluciona junto con nosotros, que se va enriqueciendo con nuestra historia de vida. Cuando las ofensas recibidas han afectado nuestro sentido de existencia, la confianza en nosotros mismos y el “perdón rápido” dejan de ser una opción, es cuando ha llegado el momento de replantearnos nuestro concepto del Perdón.
Algunos de los conceptos que tenemos acerca del Perdón pueden estar limitando nuestra posibilidad de vivirlo; por esta razón, es importantísimo saber y concientizar qué no es el Perdón:
El Perdón no es olvidar: hay cosas que no se pueden olvidar, se trata más bien de recordar sin dolor.
El perdón no es justificar o aceptar la conducta del otro: Existen comportamientos que son inadmisibles; la violencia, la traición, la deshonestidad, son algunos ejemplos de conductas inaceptables. Perdonar no implica que tengamos que tolerarlas o que renunciemos a tomar medidas para proteger nuestros derechos.
El Perdón no es hacer como que nada pasó: no se puede perdonar si ignoramos nuestro enojo y nuestro resentimiento.
Para poder Perdonar no se requiere comunicación verbal y directa con quien nos ofendió: puede ser importante pronunciar frente a quien nos ofendió un “te perdono”; sin embargo, no es indispensable considerando que, en algunos casos, estas personas son difíciles de localizar o inclusive ya han fallecido.
El Perdón es una actitud que nos libera de las voces del pasado para poder vivir en el presente.
El Perdón es un proceso que implica voluntad y tiempo. El Perdón es un regalo para nosotros mismos, que nos libera del desgaste que ocasionan sentimientos de ira y rencor, en pocas palabras, nos libera de los actos de los demás. Cuando perdonamos, dejamos de ser víctimas de las circunstancias y nos convertimos en co-creadores de nuestra realidad.
Esta semana, miremos a través de los lentes del perdón, a aquellas personas con las que nos hemos sentido dolidas; ellos, como nosotros, son producto de una historia de vida y quizá simplemente nos dieron lo que tenían.
Perdónate y Perdona.
Paz y Bien, nos escribimos pronto…
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