Actualmente, en la ciudad el tráfico ha incrementado de una manera notoria. Se ha vuelto tema en las conversaciones de reuniones, sobremesa, así como en las juntas de trabajo o cualquier tipo de evento. Y me atrevería a decir, que es ahora, un fuerte factor para definir el ánimo de las personas en el momento o en el día entero.
El tiempo que se pasa en el auto llega a la hora o más por trayecto, y regularmente, se encuentran sorpresas viales, o como sucede hoy en día, que en la mayoría de las avenidas principales están realizando obras de construcción.
Y es aquí, donde me permito compartirles algunas reflexiones que han surgido en estos periodos que me toca ir al volante.
Observo al que se detiene correctamente en un alto o semáforo en rojo, al que utiliza el flechero para girar, cambiar de carril, quien guarda su distancia e incluso da el paso amablemente. Observo al que va manoteando, realizando aspavientos e incluso gritando con la persona que maneja el coche de al lado. El que se pasa el semáforo en rojo, el que hace doble fila, el que quiere meterse a tu fila agresivamente, el que va en contra.
Recuerdo haber escuchado a alguien decir que al estar parado en semáforo en rojo y el de atrás toca el claxon cuando recién la luz ha cambiado a verde, es como si te empujaran, como si te dijeran: “ándale, camina ya”.
Entonces, puse más atención a mi forma de conducir, y creo que al igual que nuestro caminar y movimientos corporales, la forma en la que manejamos el coche y circulamos en la ciudad, dice mucho de nuestra personalidad y de cómo nos movemos en nuestras relaciones interpersonales y actividades.
Por ejemplo, quien generalmente, anda a prisa, o quien suele ser acelerado en su actuar, así es como manejará. Aunque es diferente al hacerlo de forma impulsiva, pues en este caso, muy probablemente, lo veremos meterse en filas indebidamente, arrebatar espacios, rebasar bruscamente, no respetar señales, entre otras. Puedes ir a prisa pero con concentración, enfoque, atención y respeto.
El que toma su tiempo y conduce de forma calmada, suele tener todo bajo control en cuestión de agenda y administración de su tiempo. Pero, también aquí hay diferencia con el que se mueve lento o de forma pausada, que requiere energía o algo de sentido de urgencia… quizá también, un poco de seguridad y empuje.
Me lamenta pensar que así como en el tráfico se refleja la idea de que “primero yo, luego yo y siempre yo”, así seamos en la vida, en nuestro hogar con nuestras familias, en nuestro trabajo con nuestros compañeros… que con tal de llegar a mi destino, no me interesó si me brinqué camellones, salté baches, empujé a quien se me atravesó, choqué para abrir espacio o porque no puse el freno a tiempo.
Me pregunto si tenemos contemplado en nuestro ajetreo, voltear a ver el paisaje… esas bellas montañas que decoran y protegen la bella ciudad. Si nos damos tiempo de ver los rostros de quiénes nos acompañan en el trayecto de nuestros días, porque muy seguramente, nos topamos a las mismas personas día a día, en el mismo horario. Y si en el trabajo, interesa saber quiénes son nuestros compañeros, verlos como personas con talentos que nos ayudarán a ser más agradable y enriquecedor el camino profesional y personal.
Es increíble que el tráfico sea un indicador para definir cómo estará mi día, mi ánimo. Para mí en cada kilómetro se presentan situaciones que nos dicen cómo andamos. El que cede con respeto algún espacio, como el que ignora para no dejar pasar a nadie. Como el que va incluso distraído, ensimismado y provoca accidentes. Y esto, no sólo es para los automovilistas, sino también hay que adicionar a los transeúntes. Hay quien no utiliza el puente peatonal por pereza y prefiere arriesgar su vida al cruzarse por en medio de la calle, pues tampoco se hace por las esquinas. El que está en medio de la calle esperando a que como coche pases para seguir su andar. Los que en lugar de caminar por las baquetas lo hacen por la calle.
Por otro lado, me ha tocado ver quien se estaciona en donde no debe, en espacios que son para otros, los que pelean por un estacionamiento. Los que obstruyen cocheras, o salidas de carros. Así como los que pagan para que nadie se estacione en sus espacios.
Hay de todo, como en la vida, la invitación es a reflexionar hacia cómo voy caminando en ella, cómo me traslado de un lugar a otro, cuál es mi objetivo de camino, qué me llevo en el andar, ¿lo disfruto?, ¿permito que me acompañen o prefiero hacerlo solo?, a veces, al llegar al compromiso, no recuerdo haber pasado por las calles habituales, no sé cómo llegué, lo hice en automático.
Sé que hay identificación con estos casos, pues los hemos visto o participado en ellos, la invitación con este blog es a observarlos con detenimiento y, principalmente, a ver, cómo es que me conduzco por la vida y si hay alguna mejora que hacer. Al igual que en las calles, en todo lo que haga estaré rodeada de gente, habrá diferentes opiniones, estilos, formas de manejar situaciones, tendré ruidos ambientales, seremos muchos y debemos de aprender a movernos con respeto a mi espacio sin invadir al de otros.
Comparto algunas recomendaciones que tal vez puedan ayudarte a hacer más placenteros tus trayectos en el coche y por ende en tu día:
Escucha audiolibros, música, haz oración, platica contigo, realiza ejercicios de respiración, utiliza ese lapso para crear, reflexionar, meditar… o simplemente, observa lo que sucede a tu alrededor, admira el paisaje, regala sonrisas a los que te acompañan… baila. Y lo mismo, en la vida… a disfrutar del viaje.
Feliz Vida, Feliz Camino…