-La muerte es nuestra eterna compañera- dijo Don Juan con un aire sumamente serio-. Siempre está a nuestra izquierda, a la distancia de un brazo…
extraído del libro Viaje a Ixtlan de Carlos Castaneda.
Lo único cierto que tenemos al nacer es que un día moriremos; existe un lazo que dolorosa, pero inevitablemente, nos une a nuestra muerte; y sin embargo, vivimos como si esto no fuese a ocurrir jamás.
¿Cuántas veces esta semana dijiste: mañana lo hago, mañana le llamo, hay más tiempo que vida, si no es ahora será mañana?, o ¿cuántas de tus actividades de esta semana fueron realizadas con hastío, con tibieza, por obligación, sin pasión?
Darnos cuenta del lazo que nos une a nuestra propia muerte, no es tan malo como se lee. En realidad, si desde ya decidiéramos vivir conscientes de que vamos a morir, y que esto puede acontecer en el minuto siguiente, dejaríamos de postergar, no habría más desidia. Cada acto realizado se llevaría a cabo como si estuviéramos librando nuestra última batalla; nos esforzaríamos por hacer las cosas bien y a la primera, sabiendo que no tenemos tiempo para perder, ni segundas oportunidades. Disfrutaríamos de absolutamente todas nuestras labores, incluso de aquellas que no nos son tan agradables. Es posible, quizá, que fuéramos rápidos en soltar viejos enojos ya que no tendría sentido malgastar nuestros últimos minutos de vida en algo que ya pasó y que ahora no podemos cambiar.
Cuántas cosas dejarían de tener sentido si supiéramos que no hay mañana para ninguno de nosotros, y cuántas cosas o personas aparecerían ante nuestra mirada y desearíamos abrazar y sentir, si supiéramos que lo único que nos pertenece es este momento.
Aprender a vivir en el aquí y el ahora implica entender que eso que llamamos vida no va a seguir por tiempo indefinido. Es tiempo de despertar, es tiempo de dejar de sobrevivir para vivir, es tiempo de aprender que caminamos por la vida con la inminencia de la muerte.
Este mes te invito a disfrutar, sin aplazar, de cada amanecer, de cada taza de café, de cada conversación, de cada persona que se cruce en tu camino, de las flores, el campo, los amores y hasta los llantos, ya que todo absolutamente todo es transitorio.
“Cuando tú naciste, tú llorabas mientras el mundo se regocijaba, vive tu vida de tal manera, que cuando mueras, tú te regocijes mientras el mundo llora.”
Anónimo
Quien vive plenamente no teme a la muerte…
¡Paz y Bien!
Excelente artículo. Felicidades Martha.